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Harris y Trump se miden en unas elecciones con impacto mundial

Kamala Harris o Donald Trump. No se trata solo de una opción interna entre dos modelos opuestos de hacer política. El mundo podría ser muy distinto tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos de este martes 5 de noviembre, dependiendo de un resultado que se presenta incierto y muy reñido bajo una polarización extrema.

La actual vicepresidenta y candidata demócrata, de 60 años, aspira a convertirse en la primera mujer presidenta del país. El postulante republicano, de 78, quiere volver a gobernar y dar un brusco giro al timón de la Casa Blanca con una fuerte repercusión internacional.

Las encuestas vaticinan un final abierto. Harris llega con un mayor caudal de votos a nivel nacional, pero el sistema electoral indirecto vigente en el país le da más complejidad a la elección. En juego están 538 electores que serán los que elegirán al nuevo presidente o presidenta. El que se asegure al menos 270 delegados será el ganador.

En ese escenario, la elección se definirá en siete estados clave, los llamados swing states, que han cambiado de color político en las últimas décadas y que presentan un final incierto. Ellos son: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.

Allí se definirá todo. Los sondeos son muy cerrados. Por ello, el temor es que la elección no se defina el martes por la noche o en la madrugada del miércoles, sino que sea necesario esperar al conteo final para disipar cualquier duda.

“Trump es una vida de caos e incertidumbre, con más volumen ideológico, una política nacionalista y neoliberal. Con Harris es la defensa de la estabilidad del gobierno, con un rasgo progresista, pero no tendría un camino de rosas”, dijo el estratega político estadounidense Luis Alvarado.

Las suspicacias de Donald Trump y el temor a la violencia

Trump se encargó de cubrir con un manto de sospechas estos comicios. No solo se negó a comprometerse a reconocer el resultado de las elecciones, sino que además se dedicó en el tramo final de la campaña a poner en duda la limpieza de los comicios.

Sin mayores detalles, denunció el jueves pasado “trampas” en Pensilvania, uno de los distritos clave, a “una escala nunca vista”. Lo mismo había hecho en el último proceso electoral que perdió contra Joe Biden en 2020 y que concluyó con el asalto al Capitolio por parte de sus seguidores el 6 de enero de 2021. Por estos hechos se encuentra aún bajo investigación.

“La gran preocupación de estas elecciones es que puede haber violencia si no gana Trump. Y en el caso de que gane, su promesa de realizar deportaciones masivas de inmigrantes también podría generar violencia”, advirtió Alvarado.

Pero el propio Trump, que conocerá el 26 de noviembre su sentencia por el escándalo sexual conocido como “Stormy Daniels”, también fue víctima de ese clima de violencia. En campaña, sufrió dos frustrados intentos de asesinato. La semana pasada, el propio presidente Biden, que debió renunciar a su intento de reelección a fines de julio por su evidente debacle física y cognitiva, había catalogado de “basura” al electorado republicano, La desesperación de Harris por desmarcarse de esas declaraciones fue evidente.

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