
El experimentado cantante y compositor mexicano celebró su nuevo encuentro con su fiel público argentino en una noche llena de canciones de amor y de desamor; repetirá el próximo lunes
Conflictos amorosos, algunos dramas familiares que lo atravesaron, una vida con romances mediatizados, varios hijos (propios y adoptivos) y una carrera que comenzó muy tempranamente, cuando aún era casi un niño, como parte de un grupo que se llamó Los Bukis. Marco Antonio Solís, El Buki, es mexicano de Michoacán, está muy cerca de cumplir sus 66 años y tiene un jugoso recorrido como autor y como intérprete, con dos profesiones que han corrido en paralelo, que sorprende por sus números.

Recorre con habitualidad los escenarios de todo el mundo y, particularmente en la Argentina, hace tiempo que es muy bienvenido. Ha visitado nuestro país de punta a punta y en esta nueva gira internacional, Más cerca de ti, está haciendo una serie de tres funciones en el Movistar Arena después del éxito de febrero pasado en GEBA. Siendo un autor y compositor muy prolífico, ya desde los tiempos de Los Bukis en la lejana década del 70, sus piezas fueron parte de diferentes álbumes y giras, pero además, muchas de ellas fueron originalmente concebidas para otros intérpretes como Rocío Durcal, Olga Tañón, Enrique Iglesias, Ana Bárbara, Paulina Rubio, Raphael, Pablo Montero, Myriam Hernández, Marisela y algunos otros.

La fórmula para contar lo que hace este señor de sonrisa amplia y de eterno agradecimiento al público parece sencilla. Escribe y canta canciones de amor y desamor, de encuentro y abandono, de relaciones tóxicas y celos; y daría la sensación de que tiene una composición para cada cuestión relacionada con estos asuntos. En lo musical, por su lado, es por muchos momentos un cantautor latino clásico, con piezas que, más apuntadas al bolero o más alineadas con el pop, guarda similitudes con muchos otros colegas del continente. Aunque, en su caso, es muy fuerte y marcado eso que podríamos llamar “folklore” o “sabor local”; cuando sus canciones son decididamente rancheras o cuando ese género atraviesa otras músicas y se fusiona desde esa referencia bien mexicana.
En la lista que armó para el debut de esta serie en Buenos Aires, estuvieron naturalmente muchos de sus temas más popularizados, varios de los cuales son de sus viejos tiempos con Los Bukis. “Tu cárcel”, “Si te pudiera mentir”, “El perdedor”, “O me voy o te vas”, “El milagrito”, “Antes de que te vayas”, “Mi eterno amor”, “¿A dónde vamos a parar?”, “Invéntame”, “La venia bendita”, “Si no te hubieras ido”, “Dónde estará mi primavera” o “Más que tu amigo” fueron apenas algunos de los que incluyó en un recital generoso en títulos y en duración.

Su grupo musical -una base pop con metales y coro mixto- tiene la eficiencia profesional que requiere un artista como él, y sirve igual para los momentos más “autóctonos” como para los más universalizados. Y un cuerpo de cuatro bailarinas y el trabajo de imágenes desde varias pantallas le ponen un toque visual en el que está, quizá, el punto más flaco por su convencionalismo.

Pero siempre queda para el final lo inexplicable. Eso que nos exige saber por qué un señor como Marco Antonio Solís es capaz de atravesar décadas con convocatorias altas en todo el continente, de emocionar a multitudes que lo disfrutan en sus grabaciones y shows una y otra vez, que corean y bailan, cuando el tempo lo pide, cada una de sus canciones. Entonces, como otras veces, tenemos que hablar de oficio, de trabajo serio, de una voz que es una topadora de energía, de un manejo de escenario sin fisuras, de constancia, de seriedad para presentarse ante la gente; aunque sea finalmente sea el carisma y eso que no hay modo de analizar lo que hace la diferencia.
LA NACION



