Salud

Para los expertos el mejor día para empezar un hábito no es el lunes, sino el miércoles

Especialistas afirman que iniciar un cambio a mitad de semana reduce la presión de los comienzos tradicionales y mejora la constancia, convirtiéndose en el momento ideal para empezar

Adoptar una nueva rutina o modificar un comportamiento suele asociarse con los inicios de semana, pero las últimas investigaciones y la opinión de especialistas en salud mental proponen una alternativa inesperada y poderosa: comenzar el cambio un miércoles.

Según expertas consultadas por Real Simple, iniciar un hábito a mitad de semana ofrece ventajas psicológicas y prácticas significativas, ya que evita la carga emocional del lunes y facilita la constancia. Este enfoque, basado en evidencia científica, señala que elegir el miércoles reduce la presión, promueve la flexibilidad y aumenta la motivación, factores clave para que los hábitos se consoliden a largo plazo.

Menos presión y más constancia

A diferencia del lunes, un día generalmente saturado de compromisos y expectativas, el miércoles representa un momento en el que las personas ya han establecido un ritmo semanal y se sienten más equilibradas.

Esta sensación de continuidad permite que el esfuerzo necesario para incorporar una nueva conducta se perciba como un pequeño ajuste y no como una transformación radical. Así, no solo es más sencillo iniciar el cambio, sino que resulta más probable mantenerlo más allá de las primeras jornadas.

Este calendario alternativo para empezar un nuevo hábito también disminuye la percepción de fallo. Al tratarse de una decisión menos tradicional, se reducen los pensamientos de “todo o nada” y aumenta la tolerancia ante tropiezos, permitiendo que la autocompasión y el aprendizaje formen parte del proceso de crecimiento personal.

El enfoque tradicional de comenzar hábitos los domingos o lunes suele estar cargado de expectativas y tareas pendientes, lo que resulta abrumador.

Lisa Chen, terapeuta matrimonial y familiar licenciada por la Universidad de Nueva York (NYU), explicó a Real Simple que estos días iniciales se asocian con presión adicional y metas poco realistas.

Por su parte, Will Dempsey, trabajador social clínico licenciado por la Universidad de Columbia y también consultado por Real Simple, afirmó: “Empezar a mitad de semana elimina esa presión”, ya que el nivel emocional es menor y el cambio parece más alcanzable.

Impulso natural los miércoles

Una de las razones clave que respaldan esta recomendación es el “impulso natural” que experimentan las personas los miércoles.

Chen señaló que al llegar a esa altura de la semana, ya existe un ritmo establecido y no se parte desde cero. “Ese impulso reduce la energía necesaria para empezar algo nuevo porque ya estás en movimiento”, afirmó la especialista a Real Simple. De ese modo, incorporar un nuevo hábito se percibe más como un ajuste que como una transformación.

Dempsey resaltó que iniciar un hábito en miércoles se experimenta más como una prueba que como un compromiso absoluto. Esta percepción permite mayor flexibilidad y tolerancia ante posibles errores, lo que favorece la perseverancia.

Iniciar a mitad de semana acorta el camino hacia la primera meta, ya que solo faltan unos días para cerrar el período, lo que facilita experimentar pequeños logros e impulsa la confianza. Así, crece la motivación y aumenta la probabilidad de que el comportamiento se consolide como hábito.

Un estudio publicado en Journal of Behavioral Decision Making analizó patrones de inicio de hábitos en más de 10.000 personas y concluyó que quienes comenzaban cambios a mitad de semana mostraban mejores tasas de adherencia a los 30 días. Los investigadores señalaron que los miércoles generan una sensación de “punto medio” que disminuye el estrés asociado a los comienzos tradicionales y favorece una percepción de metas más alcanzables, lo que incrementa la persistencia.

Estrategias prácticas para formar nuevos hábitos

Para quienes buscan establecer nuevas rutinas, los especialistas de Real Simple ofrecen diversas estrategias prácticas. Dempsey recomienda definir objetivos claros y criterios de éxito específicos. En lugar de metas generales como “hacer más ejercicio”, sugiere propuestas concretas del tipo “caminar 30 minutos tres veces por semana”. Esta especificidad facilita el seguimiento y la evaluación del progreso.

Otra táctica útil es la acumulación de hábitos: unir el nuevo comportamiento a una rutina ya asentada. Dempsey propone ejemplos como practicar yoga durante las noticias matutinas o repetir afirmaciones al cepillarse los dientes. Este método reduce la resistencia al cambio, ya que el nuevo hábito se asocia con una señal familiar.

La preparación también resulta relevante. Chen aconseja anticipar los materiales o condiciones necesarios para sostener el hábito, como dejar preparada la fruta o la avena por la noche si se busca un desayuno saludable. Además, Dempsey sugiere emplear calendarios o listas de verificación para llevar registro de los avances y reforzar mentalmente la relación entre el miércoles y el objetivo.

Chen y Dempsey enfatizan la importancia de la constancia y la autocompasión durante el proceso. Reconocen que lograr un cambio sostenible no implica perfección, sino repetición y paciencia. Celebrar los pequeños logros y mantener el esfuerzo permite que los nuevos hábitos se integren de manera natural a la vida cotidiana, incluso cuando surjan obstáculos.

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